¡Cuidado con los directos! No descuides tu privacidad

Con el aumento de las comunicaciones en directo probablemente tu escritorio ya no es tan privado como antes —tanto el físico como el digital—. Un riesgo que demasiada gente subestima.

Si nos ponemos en la piel de un superior, a este quizá no le haga mucha gracia ver que el ordenador del trabajo se usa para videojuegos, pornografía o cualquier otra cosa que considere inapropiada; o ver en las sugerencias de la barra de direcciones del navegador sitios web que contienen ideas políticas contrarias a las suyas, por ejemplo.

Lo ideal sería utilizar el ordenador de la empresa únicamente para cosas de la empresa. Si este ordenador es el mismo que el de uso personal o se comparte con alguien, se debe utilizar una cuenta de usuario específica para la empresa, de forma que al compartir el escritorio no se vean nuestros archivos, los programas que usamos en nuestro tiempo libre, nuestro historial de navegación, etc.

Porque aunque solo pensábamos mostrar la presentación de diapositivas, acabamos exponiendo información sin darnos cuenta cuando algo falla y salimos de la presentación. Hombre precavido vale por dos: aunque algo falle, no comprometo mi privacidad cuando uso una cuenta de usuario específica para el trabajo.

Ni que decir tiene que el escritorio físico y lo que nos rodea mientras nos encontramos en una videoconferencia es otro factor de riesgo. Además, las personas con las que convivimos pueden comprometer nuestra privacidad. Habrá que encontrar, pues, los horarios con menos gente en casa, elegir con cuidado el lugar teniendo en cuenta lo que la cámara puede ver y mantener la comunicación digital en el lugar menos ruidoso.

En resumen, las comunicaciones digitales por videoconferencia suponen numerosos riesgos para la privacidad que deben ser tenidos en cuenta. Es primordial conocer los peligros que entrañan para poder evitarlos, incluso cuando surjan imprevistos.

Rastreo, exclusión y censura con la excusa del COVID-19

La excusa del COVID-19 se está utilizando mucho para invadir la privacidad y censurar los puntos de vista críticos mediante el uso de tecnologías digitales de empresas que pretenden sacar el máximo beneficio de la pandemia.

La cuarentena impuesta ha dejado a gente encerrada (sin empleo o con teletrabajo) y a estudiantes sin clases, pues aunque dicen que hay clases digitales, mucha gente no tiene Internet y los puntos de acceso públicos están cerrados. Los estados no hacen nada para solucionar la brecha digital.

Las empresas tecnológicas están utilizando la situación para blanquear su imagen y obtener dinero público, como han advertido ya muchos expertos. En España encontramos un caso de estos en el pago de dinero público a empresas privadas para desarrollar una página web y aplicaciones móviles en la Comunidad de Madrid cuyos objetivos son recopilar datos de sus ciudadanos y mantenerlos en manos de empresas privadas. Estos recursos ofrecen información que ya se encuentra por doquier en Internet, es decir, no aportan nada útil.

Si su objetivo hubiera sido facilitar un autodiagnóstico por Internet e informar al mayor número de personas, no habrían puesto como condición previa introducir datos personales, la página funcionaría sin JavaScript para ser más accesible (un ciego, por ejemplo, encontrará dificultades para usar la página) y no habría elementos de rastreo de Google en el código fuente. Los datos personales que recogen son el nombre, apellidos, número de teléfono móvil, DNI, fecha de nacimiento, correo electrónico, dirección completa, código postal, género y geolocalización. Estos datos privados están ahora en las manos de Google, Telefónica y Ferrovial, quienes aparecen en la política de privacidad como «proveedores y colaboradores».

Las grandes empresas tecnológicas se han puesto también de acuerdo para censurar los puntos de vista diferentes, diciendo que son noticias «falsas». Un ejemplo es la censura de la canción de rap El peor virus de Pablo Hasél en que se critica al Gobierno de España, aunque en ella no aparecía ninguna afirmación falsa. Esta ha vuelto a aparecer en YouTube tras unos días.

Asimismo, gran parte de la población está recomendando el uso de herramientas no libres para videoconferencias, cuya seguridad deja mucho que desear. Por un lado, crece el uso del malware Zoom durante la cuarentena y el de otros programas privativos. Por otro lado, también está aumentando mucho el uso de programas libres como Jitsi y Jami.

La recesión económica que está produciéndose supone numerosas dificultades para todos los sectores, incluido el tecnológico.